6 nov 2011

No es otra estúpida historia de gemelas :)

Cuenta la leyenda que antes de morir, la sagrada reina de Inglaterra, dio a luz a un par de gemelas tan bellas como el sol, tan delicadas como el agua. Sin embargo, ya con su madre muerta y sin nadie para tomar el trono, su tío, hermano de la difunta reina aprovechó su estatus para tomar el reino e imponer sus leyes. Él no era un hombre malo, pero nunca se llevo del todo bien con su hermana. Le agradaban los niños, así que decidió cuidar personalmente de las gemelas, quienes aun no tenían nombre. Las comenzó a criar de acuerdo a sus gustos, enseñándoles sus experiencias y entrenándolas con sus habilidades. Poco a poco las gemelas crecieron y aun cuando habían sido cuidadas por el mismo hombre, sus personalidades eran diferentes. Su tío, Abel d’Espiro, quien les había cuidado, les dio dos bellos nombres. Alexa llamó a la primera en nacer, ella fue criada en aire de arrogancia, de comodidad, y bondad. Perfecta para la convivencia. Abel había predicho que ella se encargaría de los asuntos sociales del reino, y que por ende debía de saber comportarse como una dama, pero al mismo tiempo, tener la firmeza y autoestima para hacerse notar en el ambiente; Alice llamó a la segunda, ella por el contrario, fue rodeada de un ambiente más humilde, más cariñoso, menos elegante. Abel quería que ella se encargara de cuidar al pueblo, de ver por él. En pocas palabras, que mantuviera feliz a la gente.

Pero conforme el tiempo pasaba, tan solo a los 10 años de que las niñas nacieran. Abel comenzó a decaer físicamente. Afectado por la ‘enfermedad de los reyes’ se vio en la necesidad de quedarse más tiempo en cama. Por lo que pasaba menos tiempo con las gemelas.

Cuenta la leyenda que la noche antes a su muerte llamó a las dos chicas de tan solo 10 años y les dijo.
-Oh mis pequeñas, que de mi sangre solo soy su tío, su madre, que en paz descanse, hubiera querido verlas crecer y casarse. Sin embargo ni siquiera yo he de tener ese placer. Por eso quiero que ustedes tengan uno de mis más preciados bienes.

Dicho esto, uno de los consejeros de Abel, se acerco con una caja, dentro de ella se encontraba un medallón, un colgante en forma de dos dragones. Uno dorado y uno plateado. El consejero se los dio a Abel.

-Tomad mis pequeñas. Y no olviden que mientras estén juntas nada podrá separarles- Entre sus últimas palabras, Abel separó el medallón en dos, y le dio el dragón dorado a Alexa y el plateado a Alice.

Abel d’Espiro falleció aquella madrugada. Y entonces los enemigos de aquel reino, Anouk, aprovecharon para declararles la guerra. No había nadie quien tomara el trono, los consejeros lucharon por casi un mes para proteger al pueblo, pero sus esfuerzos eran inútiles. El reino se vio bañado en fuego y sangre. Los concejales no tuvieron otra opción que evacuar a las gemelas, pero temiendo que sus enemigos quisieran asesinarles, por ser directamente descendientes de la realeza, decidieron llevarlas a dos pueblos diferentes para que pudiera estar a salvo. Y tal vez un día. Regresaran a Anouk y recuperarla de sus enemigos.